Elementos Constitutivos del Proceso

ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL PROCESO

Cristo es el centro del Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular.
La espiritualidad de la Iglesia, la sinodalidad y su acción brotan de la Santísima Trinidad, manifestada en Cristo Jesús.

Estos tres segmentos presentan la unidad de la vida cristiana ... «las distintas vocaciones son como rayos de la única luz de Cristo, "que resplandece sobre el rostro De la Iglesia"» (LG 1)
Recuerda que cada estado de vida están al servicio unos de otros (laicos, ministros sagrados y la vida consagrada).

Se enfoca en la persona y la comunidad que tienen una experiencia de Cristo.
La animación comunitaria es la dimensión esencial del testimonio cristiano.
La animación misionera es el engranaje que trasmite el movimiento de conjunto.
Pretende ser una respuesta a esa experiencia, manteniendo una conversión permanente.

En este círculo, separamos las dos dimensiones de la pastoral, la comunión y la misión, para una mejor comprensión.
Estos cuatro segmentos corresponden a los tres menos o etapas esenciales del proceso evangelizador: la acción misionera, la acción catequético-iniciatoria y la acción pastoral.
Es decir que, una vez reconocido el centro, la primera tarea es la implementación del proceso evangelizador, como lo entiende la Iglesia.
Este nivel nos permite subrayar la necesidad de la evangelización y entiende el proceso evangelizador como una herramienta concreta y dinámica para las Iglesias Particulares.

Diseño sintético y no exhaustivo ya que ubica algunos servicios que se prestan en y desde la Iglesia bajo unas áreas fundamentales de la pastoral: Pastoral Litúrgica, Pastoral Profética y Pastoral Social.
Las acciones pastorales se deben asumir, preparar y ejecutar con infinita responsabilidad porque se refieren al Pastoreo de Cristo mismo.
Representa los «ministerios fundamentales» los «ministerios especiales».
Donde sea conveniente puede proponerse que existan «ministerios para la ayuda del gobierno pastoral de la parroquia».

Representa y destaca la dinámica de la Iglesia «en salida», propia de la Iglesia y su proceso evangelizador.
Éste es el nivel de la vivencia plena del doble misterio de comunión y misión en el que se insertan y en el que se desempeñan sus ministerios los discípulos misioneros.